Confesiones del fin del mundo!


Muy a mi pesar me he de confesar... y ante todos!

Nunca fui obligado a ser de tal o cual religión, a pesar de tener una muy amorosa y valiente madre Católica, nunca me introdujo en sus creencias a la fuerza, ella en su bondad, solo se limitó a explicarme como eran esos rituales de la misa, el catecismo, la eucaristía, etc.

Pero dentro de estos, habían dos que me marcaron, uno de ellos me hablaba del amor de un ser divino que había venido hace muchos años para ofrendar su vida por mi, eso me pareció extraño pero muy loable, un noble acto de Amor. El otro fue una explicación extraña acerca de un ser humano que había perdido ésa condición por elección de otros seres humanos llamados Cardenales, es decir que el primero había dejado de se humano para ser divino, infalible, perfecto, embajador de Dios en la tierra; eso ya fue muy difícil de asimilar y para mas asombro, tuve que entender que éste Papa relegaría a miles de sus asistentes, la noble causa de espiar (no expiar) a todo creyente inmiscuyéndose en lo mas íntimo de su vida mediante un acto sacramental llamado confesión.

Pues bien, al hacer uso de esta licencia católica, he de confesar que he pecado, de obra y omisión, por ignorancia o a consciencia, en grande o poca medida, por desgano, pereza o cobardía.

A decir verdad habría que poner el párrafo anterior en perspectiva: Al decir pecar, quiero significar “errar” es decir cometer un error.

Obviamente soy humano y cometo errores, lo que no se justifica es que al cometer un error, contra toda lógica, las consecuencias de ese error recaigan sobre los demás a mi alrededor, eso para mi, hoy no tiene sentido.

Al parecer los pecados de acción tiene el mismo valor que los de omisión y lo mismo parece suceder si los cometo por ignorancia o a consciencia… si martillo mi dedo con intención o sin ella, el dolor va a ser igual, y por último el desgano, pereza y cobardía son actos conscientes, así que no hay excusa.

Cuando era niño, era lícito perdonar uno que otro pecadillo, pero con el pasar de los años, a la par de adquirir mas libertad iba adquiriendo responsabilidad sobre mis actos y poco a poco fui haciéndome astuto en evadir la responsabilidad envolviéndome en una extraña aura de “comodidad”, pero ahora que lo veo desde mis 48 años, veo que NUNCA entendí que Yo no soy lo que soy.

Me dejé llevar por la idea de que soy sólo, que estoy aparte, que los demás son lo demás, que nada tienen que ver conmigo, que no son mi problema… que cada uno vea por si mismo!

Esa fue la razón de mis errores, nunca entendí que detrás de cada acto,  cada omisión, cada temor había consecuencias que al afectar a otros, inevitablemente las repercusiones llegarían a mi.

Mis pecados de obra:

Trabajar en post de dinero.

Creí que el dinero podría ser la solución a todos mis problemas, hacerme de un buen cargo, con ello obtener un lujoso auto, una gran casa y dividendos suficientes para viajar y conocer el mudo. Proveer riqueza para mi futura familia y evitar que mis hijos tengan que trabajar tan duro como lo hice, preservar mi salud, garantizar una vejez tranquila.

Es decir que por el solo hacho de guarecer mi vida de la “pobreza” haría de mi un buen hombre. Con el paso del tiempo entendí que cuanto mas dinero tenía, mas mujeres se acercaron, mas amigos me acompañaban, mas errores cometía, mas cosas innecesarias adquiría, peor me alimentaba, mis objetivos iniciales empezaron a cambiar y en ves de ser empecé a tener.

Y no es que me arrepienta de haber trabajado, a veces lo disfruté y por alguna extraña razón también invertí algo en mi consciencia, algo internamente me hacía ahorrar conocimientos para el futuro.

Duramente tuve que entender que si iba a entrar en la carrera de tener, habría de encontrar a muchos en el camino con mayores capacidades que yo para “ganar” dinero, la mayoría de forma muy simple, aceptaron desde el principio que deberían ser eternos esclavos de unos pocos que por decenios ya sabía que el dinero les daba la capacidad de convencer a los demás, que a través de trabajo podían llegar a tener la misma cantidad de dinero que ellos. Así pues el circulo se cerraría, convirtiendo el honorable acto de trabajar en un método vicioso de enriquecer a unos pocos que no trabajan y cuando lo entendí ya había gastado mas de la mitad de mi vida trabajando infelizmente para intentar ser feliz, y en realidad de algo me sirvió, sirvió para identificar quién era quien en ese mundo del tener, apenas empecé a no tener se acabaron los amigos, el matrimonio, el aprecio de los hijos.

Se de muchos y muy capaces en el arte de adquirir riqueza, esto empieza por la pobreza de escrúpulos, dicen y hacen tanto y cuanto sea necesario para "triunfar" en el mundo comercial, mienten, engañan, abusan, se enquistan en el poder, asaltan al amigo, traicionan al padre, compran consciencias y se prostituyen elegantemente como así la sociedad lo exige. Y es que algunos lo hacen tan bien que ocultan su pestilencia con muy caros perfumes y descargan sus culpas en el SPA de moda del club mas exclusivo del lugar. Otros tristemente se nota que robaron, exhibiendo en su inexperiencia de poseer, los mas ridículos objetos de lujo, que los denuncian ante su falta de cultura. Pero en fin todos los tratan de "Señor"

Al no llegar a tener cuanto esperaba, pués no fui tan apto en las lides del dinero y me repugnaban tales prácticas, me volví amargado y frustrado llegando a cometer muchos mas errores de obra, llegue a violentarme contra otros como yo, que también estaban frustrados por parecerse mucho a mi. El virus que desata tanto el tener como desposeer, no se puede contrarrestar “trabajando”, hay que pensar antes de trabajar, lo voy a explicar mejor.

Al decir pensar me refiero a analizar que es lo que intento conseguir trabajando, o mas bien dicho cuanto puedo conseguir trabajando y en consecuencia, cuanto puedo obtener por lo trabajado y aunque la respuesta sea casi siempre la misma: “no es suficiente” nuevamente debo pensar ¿Cuanto puedo trabajar para que sea suficiente? ¿10 años?, ¿20?, ¿60? Nuevamente debo pensar si se justifica trabajar tanto tiempo para vivir, si al volver la vista atrás, solo he de encontrar a mi vida, como una marca de neumáticos en dirección a un barranco llamado vejez.

Así pues entiendo que hay que replantear la pregunta, ¿Es el trabajo y el dinero lo que me va a dar la respuesta de cómo ser feliz? No, la respuesta a esa pregunta es que la búsqueda de la felicidad se encuentra en la vida misma, en la experimentación de las múltiples oportunidades que la vida te puede dar, pero nuestra actual sociedad está diseñada para que dejes de experimentar la vida persiguiendo el “tener” y no el SER.

Por último la pregunta básica es ¿Que quiero ser?, de ahí la obvia respuesta de cómo accionar, si quieres ser esclavo del tener… TRABAJA!

Hoy en día trabajo lo suficiente para poder mantenerme en éste camino de experimentar, trabajo para vivir, no vivo para trabajar.

Mis pecados de omisión:
  
De todas las cosas que hice hasta ahora, pocas me producen tanto impacto como las que no hice, es decir a causa de no haber hecho, también he errado, nuca fui muy claro al expresar mis sentimientos o mis disculpas, no abracé tanto como pude, no besé lo suficiente y no me refiero a los míos, mi familia, mis hermanos o a las féminas que hicieron grata mi condición de hombre, me refiero al desconocido, al huérfano, al pequeño vendedor de chicles, al adulto voceador de periódicos, a la señora que mina la basura, al soldado que perdió un pierna y se acerca a mi puerta a pedir un mendrugo de pan, jamás consideré que ellos sufren lo que yo evito, lo que yo niego, lo que ignoro.

Me limité a agradecer a Dios porque a mi no me tocó, o en su defecto, pedir al mismo Dios que no me toque a mi, y seguir por la vida como que nada ha pasado. Y es verdad muchos como yo no se han tomado el trabajo de hacer patente la desgracia ajena y no es que quiera ser salvador de nadie, ni juzgar al otro por su despropósito para con los demás, es solo que con vergüenza, puedo contabilizar el tiempo que perdí intentando tener para ser, cuando pude haber hecho aunque sea algo por los demás y a la par no perder la oportunidad de sentir lo bello de dar y así poder SER.

Pequé de ignorante y no es que tal condición denigre a nadie, es la comodidad de permanecer en ella, la que verdaderamente debe avergonzar, porque decir “yo no sabía” solo excusa al mentalmente limitado y se que muchos como yo, a veces preferimos pasar de estúpidos, antes que actuar en contra de la estupidez.

En un mundo tan conectado, informado como el actual, se me hace imposible aceptar la miserable excusa de no saber. Ahora la omisión es mucho mas patente, pues hace 30 años no había internet, ni celular, ni computadoras, es cierto que había libros, pero estoy convencido que quienes los escribieron tienen mucha responsabilidad por la ignorancia en que me desenvolví durante muchos años pensando que decían la verdad.

La historia la escribe quién gana la guerra y por una inexplicable razón, el planeta entero decidió creer lo que nos contaron desde la segunda guerra mundial hasta nuestros días, y quien sabe que montón de basura desinformadora se acumula detrás de aquella programada y promocionada guerra.

Fue un error, uno de los mas graves errores de los cuales me arrepiento es haber ignorado, no haber cuestionado, pecar de ingenuo, y es que a la final terminé pagando mi pecado, lo pague con decepción, con ira, con tristeza. Mas me hubiera servido dudar, no la duda simple, la duda tonta, sino la duda valiente, la inteligente, la que obliga a investigar, la que te levanta de la cama preguntándote ¿porque todo va tan mal?, ¿porque yo tengo derecho a comer y otros no?, ¿porque tengo que trabajar en un mundo que es de todos y tiene suficiente?, ¿por que tengo que cargar con la responsabilidad “patria” de ir a la guerra en contra de otro ser humano? ¿Por qué me reconozco como colombiano o venezolano o chino o francés, es que a caso soy heredero de un pedazo de esa nación? ¿Qué recompensa me deja matar al enemigo fronterizo si a fin de cuentas la paga por el homicidio es tener el derecho a trabajar por los que arman la guerra y votar en la próxima elección para perpetuarlos en el poder?, ¿Por qué soy tan estúpido?, ¿Quién se beneficia en el nulo trato de endeudarme para tener lo que no necesito? ¿por qué hago lo que hago?

El efecto narcotizante de la materia, muy bien aceptado por la “sociedad”, muy bien difundido por los “medios de comunicación”, muy bien decorado por la “publicidad”,  muy bien financiado por la Banca, y muy bien aprehendidos por negligencia, se pavonea en nuestras casas, nuestras calles, colegios, universidades, institutos, oficinas, iglesias, estadios,  parlamentos, cuarteles, palacios presidenciales y castillos reales, escupiendo con fuerza en nuestras caras, disfrazado con nombres extranjeros, marcas rimbombantes, objetos de moda, pura tecnología, lujo oprobioso, excelsas experiencias de la carne, creando barreas infranqueables hacia la realidad, y además lo aplaudimos.

Haber comido de tan repugnante amasijo de mentiras, hoy me indigestan la consciencia, pero, por lo menos me arrepiento. Hay de aquellos que tienen el estómago tan grande y la mente tan obtusa, que seguirán comiendo el nauseabundo coctel consumista, que no despertarán hasta que excretar tal majar les sea imposible debido a que su obesidad en ignorancia les impida moverse hacia la verdad.

Mis pecados capitales:

Ira:
Acúsome tierra de haber experimentado la ira, la ira que deja la impotencia de no lograr que la gente piense, ira por ser incapaz de pensar a tiempo antes de actuar, ira por no tener la capacidad de acabar con la guerra, la pobreza, el hambre, la enfermedad, ira por no poder difundir la consciencia ya ostento muy poca, ira por no promover en mi la calma.

Orgullo:
Acúsome tierra por mi orgullo, orgullo de haber hecho cuanto pude, orgullo de denunciar la estupidez, orgullo de tratar de levantarme de la ignorancia, orgullo de sembrar en mis hijos la honestidad, el valor, la verdad, quiera Dios que esa siembra fructifique y no se vea destrozada por el invierno materialista que han de vivir en esta sociedad. Orgullo de sentirme menos ignorante que antes, orgullo de aceptar mis errores en vías de enmendarlos, orgullo de poder sentir compasión por los menos afortunados, orgullo de sentirme humano en proceso de evolución, orgullo por tratar de no ser cómplice de este sistema enfermo.

Envidia:
Acúsome tierra de experimentar envidia, envidia de los que hacen mas que yo, envidia de los piadosos, envidia de los que luchan por la libertad, la libertad de consciencia, libertad de la carne, del deseo, de la envidia. Mi envidia me mueve a tratar de alcanzar los niveles de amor de aquellos que ofrendaron su vida por la verdad, la justicia, la ética y la hermandad.

Avaricia:
Acúsome tierra por mi avaricia, avaricia por el conocimiento, ese deseo incontrolable de entender las cosas de este mundo, el querer acaparar la mayor cantidad de información que de luces a mis preguntas, he sido avaro conmigo mismo al negarme a tener, en pos de ser, todo con la intención de no caer el avaricia material.

Pereza:
Acúsome tierra por mi pereza, pereza de continuar esta vida sin sentido, pereza de apoyar al consumismo, pereza de no seguir el juego del engaño, de la ignorancia, pereza de insistir alertar a los dormidos y verlos retozar frente a la pantalla del TV, disfrutando MTV, CNN, Fox Sports, E! Entertainment Television y cuanta porquería nacional existe, pereza de hacer dinero, promoviendo así el negocio de unos pocos, quienes no sienten pereza alguna de atracar al mundo, de financiar guerras, de crear desigualdad, de fabricar armas, de incitar al odio y a la inconsciencia, pereza por continuar luchando solo, en ausencia de la protesta general a favor de los verdaderos derecho humanos.

Lujuria:
Acúsome tierra por padecer de lujuria, lujuria de vivir, de pensar, lujuria carnal, de expresar mediante mi cuerpo que estoy vivo, que utilizo mi carne para poder identificar mi alma, lujuria sexual que reclama por mi placer, placer que me fue dado experimentar sin que nadie pueda juzgarme por disfrutar lo natural del juego de la pasión, sin represiones ni vergüenzas, lujuria por expresar mi atracción por el sexo opuesto, que a través de esta lujuria conocí el amor y me identifique como el hombre que soy.

Por ultimo la Cobardía, acepto y reconozco que he sido cobarde al no enfrentar mis fantasmas, mi negligencia y mi inmadurez. Reconozco que aún en mis actos de valentía y de consciencia he sido cobarde, porque de una u otra forma lo hice por vanidad y no por valor, lo hice por mi mismo, por sentirme mejor.

Cobardía por no haber hablado de frente, no haber denunciado a tiempo muchas injusticias de esta vida, no haberme defendido en justa lid, por temor a herir al otro olvidando que también merezco respeto, que el hecho de haber usado la violencia no fue por simple maldad, también lo hice porque si no me defendía, nadie lo haría por mi, fui cobarde también al no exigir de la vida lo que merezco, al no reconocer que soy como muchos otros humanos y también necesito de una mano que de vez en cuando entienda mi condición, que no es la que busque pero sí la que encontré.

Cobardía de no gritar mas alto, de no correr mas rápido, de no vivir mas, de no cometer mas errores en aras de conocer, cobardía al intentar lograr algo a través de la inacción creyéndome poseedor de la verdad y dejando que la vida pase sin sentido.

Hoy me confieso humano, con errores y virtudes, con temores y emprendimientos fallidos, con éxitos conscienciales y fracasos materiales, con caídas y levantadas, confieso que no voy a claudicar al momento de seguir intentando entender este mundo y no solo entenderlo, sino también promoviendo palabras que alerten a mis pares a no seguir en la oscuridad de la ignorancia, del desdén, de la inoperancia, a allanar el camino a la verdad, a desenmascarar a los corruptos y manipuladores, a los opresores y aprovechados, a los poderes ocultos.

Confieso que he de seguir emitiendo criterios que promuevan la espiritualidad, desde mi muy particular punto de vista, sin erigirme como dueño de la razón, mas bien como un amigo consejero que no impone sino que muestra, que no obliga sino seduce, que no juzga pero entiende, que no violenta sino despierta.

Que mi confesión sea escuchada no por un cura, sino por todos aquellos que busquen otra respuesta, cuando las suyas se hayan agotado, que si de algo sirve mi opinión, me confíen su confesión.


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